domingo, 8 de febrero de 2009

Cena filosófica - Santo Tomás de Aquino

Mi nombre es Tomás de Aquino. Nací el año 1224 en Rocasseca, dentro de una de las familias aristócratas más influyentes de la Italia Meridional. Fui teólogo, por cumplir con el sueño de mis padres, y filósofo, para lograr así mi gran objetivo: unir la fe con la razón. Durante mi vida fue Aristóteles mi gran inspirador, cuyos planteamientos me ayudaron a repasar críticamente las filosofías y teologías presentes a lo largo de la historia. Morí en Italia el año 1274, habiendo realizado obras completas acerca del Estado y el Bien Común. Hoy, me han invitado a hablarles de educación... y es eso lo que haré desde mi perspectiva como filósofo.

El hombre no es un individuo aislado que puede alcanzar su fin simplemente como individuo mediante la utilización de su propia razón individual; el hombre es por naturaleza un ser social o político nacido para vivir en comunidad con otros hombres, La sociedad es pues, natural al hombre. Pero si la sociedad es natural, también lo es el gobierno, que debe tener como fin, el bien común.
¿Qué es el bien común? ¿Cuál es su esencia?
El bien común de la ciudad no es ni la simple colección de bienes privados, ni el bien propio de un todo que remite a sí solo y sacrifica las partes; es la buena vida humana de la multitud, de una multitud de personas; vale decir, de totalidades a la vez carnales y espirituales, y principalmente espirituales, aunque les toque vivir más a menudo en la carne que en el espíritu.
El bien común de la ciudad es su comunión en el buen vivir; es por tanto común al todo y a las partes; he dicho a las partes, como siendo ellas mismas totalidades pues la noción misma de persona significa totalidad.
Para entender a cabalidad lo que les digo, es necesario también que comprendan que el Bien Común se compone de tres características fundamentales. En primer lugar, este implica una redistribución, debe redistribuirse a las personas y debe ayudarle a su desarrollo.
En segundo lugar, El Bien Común es el fundamento de la autoridad. Una autoridad realmente fundada en él, guiando a bien de todos, se dirigen a hombres libres; todo lo contrario de la dominación ejercida por un señor sobre seres humanos para el bien particular de ese dominador el mismo.
Por último, nos encontramos con su moralidad intrínseca; “que no es solamente un conjunto de ventajas y de utilidades, sino esencialmente rectitud de vida, buena y recta vida humana de la multitud. La justicia y la rectitud moral son así, esenciales al bien común”.

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